miércoles, 15 de septiembre de 2010

.choqué.

Nunca aprendí a frenar.
Me acuerdo de la primera bicicleta amarilla empotrada en una maletera roja. Me dolió. Mucho. Me gritaron desde la ventana que pare. No me acuerdo porque no lo hice. Me acuerdo un lunes que me escapé de clases, corrí desde la puerta, por el pasillo, pasé la escalera, la salida, tomé la callé, la segunda esquina, ya estaba lejos, seguí un poco más, terminé en un mercado de frutas y quesos. No me acuerdo porque me seguí de largo.

Me acuerdo de mi primer carro, una fila de árboles gruesos, un verano y las ganas de ir más rápido, de un bus oxidado que me quiso alcanzar y partió mis puertas en dos. Me acuerdo que no paré, tenía la preferencia, tenía la razón. No me acuerdo cuantos meses anduve a pie.

Me acuerdo de mi tabla para nieve, de mi ropa que no combinaba, de mis chapas, de mis nervios, de la deslizada, del ángulo, de la velocidad, de la emoción, del miedo. No me acuerdo porque no pude parar y me abandoné al peso del aire. Me acuerdo de un moretón morado y el se acuerda de mi también.

Me acuerdo de un examenfinal, fiebre, nauseas, cansancio, las hojas rayadas cubriendo mi cama. Me acuerdo que no tuve fuerzas de amarrar mis pasadores, los escondí y fui a darlo. Me acuerdo que subí los escalones de a dos, que entré pálida, que lo dí bien, y seguí enferma dos semanas más. No me acuerdo porque nunca consideré otra opción.

Me acuerdo cuando me dijeron que un animal la estaba comiendo por dentro. Me acuerdo que la hice caminar cuando menos pudo, la seguí moviendo para probar que estaba viva, no volteé, no me senté, no dejé da hablar. Me acuerdo que me pidió que vaya más lento. Me acuerdo que quise olvidar.

Me acuerdo que aterrice en un desierto, donde no hablaba el idioma, donde no conocía las rutas, donde las frutas tenían otro sabor. Me acuerdo que lloré porque no pude regresar, tomé mucho aire todos los días, tomé apuntes y miradas, tomé de golpe y me seguí de largo, me recorrí quince años sin parar, un lugar que no entendía, una vida a velocidad de lluvia, mojada, fuerte, fresca. No me acuerdo por qué nunca me mudé de algo tan diferente a mi.

Me acuerdo que corrí contra el tiempo para alcanzar un vuelo, entre luces, noche y transeúntes. Me acuerdo el sonido de la luna rota, me acuerdo que ese día no hubo luna en el cielo. Me acuerdo que grité, que no solté, que di todo. Me acuerdo de la impotencia, de sangre, de frío, de nervios, de la hora, de la luz blanca, de los calmantes, y de una terapia de seis meses. No me acuerdo por qué no solté a la bestia correr.

Me acuerdo de un paseo cerca de mar, hacíamos letras, muecas y estrellas con tiza. Me acuerdo de humos, de pisadas, de sonrisas placenteras. Me acuerdo que me hizo bien caminar más lento pero al final me senté con su sombra y no nos entendimos. Me acuerdo que me quedé más tiempo para hacerlo mejor, y no pude, y me frené y me rompí. Me acordé por qué no sabía frenar. Me recogí y me eché a correr en lágrimas raspando cemento. No me acuerdo por qué me senté ahí sin haber apuntando sus placas azules.

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